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miércoles, 27 de julio de 2011

Existen

El cuartel Moncada, hoy Ciudad Escolar “26 de julio”, antiguo cuartel militar, ubicado en Santiago de Cuba.

Su relevancia, es que el 26 de julio de 1953, un grupo de guerrilleros, atacaron este cuartel, empezando así, la revolución cubana. Pero, el ataque es fallido, y las tropas del general, Fulgencio Batista, hace lo posible por qué Batista continúe en el poder.

La bajas por ambos lados fueron demasiadas, Castro, redacta que la crueldad de los Batistianos, era demasiada, incluso una vez que había terminado el enfrentamiento, el ejercito seguía atacando, redacta Fidel, que sus bajas fueron causadas en gran medida a la crueldad e inhumanidad del ejercito aun cuando el enfrentamiento había cesado. El testimonio de Fidel Castro dice:

El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y de muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros. Los muros se salpicaron de sangre: en las paredes las balas quedaron incrustadas con fragmentos de piel, sesos y cabellos humanos, chamuscados por el disparo a boca de jarro, y el césped se cubrió de oscura y pegajosa sangre. ...yo sé que sienten con repugnancia el olor de sangre homicida que impregna hasta la última piedra del cuartel Moncada.

La transformación de este cuartel, en un edificio escolar, es una prueba, que la mejor forma mejorar un estado es con educación, Ya que es el centro escolar “26 de julio”, el que tiene la mayor matricula y los mejores resultados de todo América.

Esto no solo da una esperanza, también, nos dice que todo estará mejor, ya que tenemos a mucha gente que prefiere darse cuenta de lo que pasa alrededor, gente que prefiere, tratar de cambiar a este mundo, pero quien mejor, para contarles esto que, el maestro Silvio Rodríguez, que se las dejo, con todo y letra.

Todo mundo tiene su Moncada.

Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la muerte.

Menos mal que existen
los que no miden qué palabra echar,
ni siquiera la última.

Se arriman a la noche y al día
y sudan si hay calor
y si hay frío se mudan.

No esperan echar sombra o raíces
pues viven
disparando contra cicatrices.

Escuchan se proyectan y lloran
debajo
de sus huellas, con tanto trabajo.

Se mueren sin decir de qué muerte
sabiendo que en la gloria
también se está muerto.

Menos mal que existen,
menos mal que existen,
menos mal que existen para hacernos.

Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la historia.

Menos mal que existen
los que no dejan de buscarse a sí
ni siquiera en la muerte
de buscarse así.


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