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viernes, 19 de marzo de 2010

LOS GENTILES

Es un cuento que escribi, hace poco relativamente, asi que se los dejo es la primera parte...


(…) -tomando en cuenta que este será el ultimo día que te vea-. Entonces, Jorge, tomo el revólver que estaba encima de aquel escritorio negro, lo recargo sobre su sien, y dedicándole una sonrisa un poco cínica a Laura jalo del gatillo opacando así el grito desesperado de Laura.

“Me gusta el final ¿Porque sigo utilizando el mismo nombre?, ¿Qué tiene Laura?”, pienso, mientras recargo, mi cabeza, sobre el respaldo del sofá y veo el techo azul, veo el reloj, ya es tarde, un poco despreocupado, doy un último trago al vaso de agua, me visto, mientras mamá me dice que será la última vez que me llamara para desayunar, vuelvo a mirar el reloj cuarto para las siete, llego al comedor (mientras pienso que dirá el cabrón de Literatura. Desde que empezó el curso, no ha hecho más que criticarme), mi padre esta leyendo la jornada, mientras que mi mamá me pregunta el porque de mi tardanza, tomo el café, con un poco de prisa y apenas doy un par de mordiscos al sándwich.

Mi mamá me da un beso en la frente, mi padre solo suelta un adiós, sin dejar de leer su periódico. Subo al coche de mi padre, que ya no usa desde que lo ascendieron en su trabajo y le dieron un coche con todo y chofer. Ya es un poco tarde, espero poder llegar, a la primera clase, Etimologías, casi todos odian a la maestra; yo no, pero tampoco soy un gran entusiasta de su clase. Llego con diez minutos de retraso, aun así la maestra me deja pasar, busco un lugar donde sentarme y elijo uno junto a Katia. Ella me pregunta por la tarea de lite le respondo sacándola de mi mochila e intercambiamos trabajos, leo el suyo, me gusta, pero estoy más preocupado, por que me de su crítica. Al entregármelo, dice:

- ¡Órale!, pensé que solo había drogas, sexo y estupideces en ese cerebro.

- Pues ya vez que no, igual me sorprendes, por lo menos no mencionas a tu pinche noviecito.

- Y que, ¿Cómo te fue en el fin?

- Pues, normal lo mismo de siempre, comer con mi mamá y todo lo de rutina, y ¿a ti?

- Pues bien, por ahí una fiesta, nada fuera de lo común.

- ¡Ah! pues que bien, por cierto el viernes tendré una fiesta en mi casa, estas invitado, aparte no ira mi novio.

- ¿Y eso, a que debemos su abandono?

- Pues, se fue desde ayer con su tía a Guadalajara y regresa hasta la próxima semana, pero déjate de payasadas, ¿si vas o no?

- Si, claro que voy.

La maestra nos pide silencio, diez minutos después termina la clase, es hora de literatura, saliendo del salón prendo un cigarro, Katia me pide uno y caminamos, mientras voy pensando en la reacción que tendrá el de lite, cuando llegamos nos recargamos en la pared, mientras nos terminamos el cigarro llega el maestro y dice: “no pienses que por fumar te parecerás a Jaime Sabines”, le sonrío mientras entramos al salón.

El profesor pide la tarea, espero a que lo entreguen todos para así ser el ultimo, el maestro hojea mi cuento como esperaba y lo pone encima de los otros; al terminar salí al balcón enciendo un cigarro y pienso, en que diría al otro día el maestro, quizá lo sorprenda, quizá, no, en ese momento una voz, distrae mis pensamientos.

- Hola, Daniel, ¿como has estado?

- Hola, bien, gracias, ¿y tú? ¿Por que ya no habías venido, te paso algo? (es Laura, la conozco desde el kínder, nuestras madres son muy amigas, y yo, aun la quiero después de ya casi un mes que terminamos.)

- Es que, tenía, unos problemas en mi casa, mis papas andan un poco enojados, mi hermano se volvió a ir de la casa y ahora me están protegiendo mucho más.

- ¡Ah ya! entonces ¿no iras a la fiesta de Katia?

- No, no creo, pero de todos modos yo te estoy viendo por aquí y te aviso, bueno me voy, tengo clase de química, bye.

- Bye, te cuidas.

Enseguida llega Katia con Fernando, y nos dirigimos a nuestra clase ahora de Matemáticas cuando llegamos al salón, se nos dice que ya no tendremos clase, invito a Fernando y a Katia a tomar un café, así que vamos al estacionamiento.

Ya una vez en el coche suena mi celular, es Laura me dice que no tubo clases, pregunta si puede hablar conmigo, yo obviamente le respondo que si, le digo que venga hacia el estacionamiento, Katia, me lanza una mirada un poco agresiva, y Fernando pregunta quien vendrá yo solo respondo que “una amiga”.

Salgo del auto, para ver donde viene, la veo a lo lejos, y alzo la mano, para que me vea, nos sonreímos y entramos al auto pregunto, a donde quieren ir, Laura propone un lugar, desde el retrovisor veo la cara de desaprobación de Katia, pero no dice nada y nos dirigimos a un café llamado “Macondo” con las instrucciones de Laura.

A Katia, no le cae muy bien Laura, por que según ella, Laura me ha lastimado mucho, tiene algo de cierto, no se si tanto para que actué así. Llegamos al café, comemos mientras platicamos, saltamos de un tema a otro, de filosofía a moda, de Sartre a Kafka. Katia y Fernando se tienen que ir, les ofrezco llevarlos, pero deciden tomar el metro.

Laura y yo seguimos con nuestra conversación, empezamos a hablar de cosas pequeñas, que se iban haciendo cada vez más grandes, como las bolas de nieve, pedimos vino y una pasta para compartir.

- Y ¿tu novia? (pregunta ella con un poco de sarcasmo)

- Mmm, no tengo, aun… ¿y, tu novio?

- Pues terminamos,

- ¿Ósea, que estas disponible?

- No te hagas el payaso, si fue por tu culpa que terminamos.

- ¿Por qué por mi culpa? Que yo sepa, ni siquiera te había visto.

- Pues si, pero un día besando, al estúpido ese, se me salió tu pinche nombre, y pues terminamos.

- ¡Huy!, no se si alagarme o apenarme. Pues… ¿que te puedo decir?

- No, no te preocupes, de hecho, no espero ninguna respuesta, tú no tienes la culpa.

- Pues ni tu, yo se que soy irresistible.

- ¡Ah!, ya no seas payaso.

Sonó su celular, era su mamá, como siempre checándola, Laura solo colgó y me pidió que la llevara a su casa, así que pagamos, y nos fuimos. Estuvimos enfrente de aquel portón café un rato, mientras nos despedimos, ella dice: “Où as-tu été ce temps? On tarde il y a, mettez son veto à une maison”, me dio un beso y se metió a su casa, yo me quede ahí otro rato mas, un poco impactado, por lo sucedido, no fue un beso “bien” pero al fin y al cabo un beso.

lunes, 1 de marzo de 2010

Aneh, tlahtocuicani.



Aneh, tlahtocuicani.


“Adiós, poeta”, reza en náhuatl este encabezado. Carlos Montemayor (1947-2010) fue un incansable promotor de la poesía maya, zapoteca, náhuatl, totonaca y guaraní, entre otras. El historiador Miguel León-Portilla expresó que el creador originario de Parral preparó a muchos escritores en lenguas originarias en los talleres que coordinaba. “Al menos nos queda el consuelo de toda la obra que deja”, expresó. Sus novelas, crónicas y ensayos acerca de diversos movimientos sociales son un referente para analizar el contexto de las guerrillas y los levantamientos populares. Entre estas obras están Chiapas, la rebelión indígena de México, La guerrilla recurrente, Rehacer la historia, y las emblemáticas Guerra en el paraíso y Las armas del alba.


Por ultimo, en esto que trata de ser un homenaje a Carlos Montemayor, les dejo un poema que lleva por titulo, Memoria, claro de Carlos Montemayor.


Estoy aquí, en la casa, a solas.
Aquí están los muebles, el aire, los ruidos.
Tengo un sentimiento tan transparente
como el vidrio de una ventana.
Es como la ventana en que miraba la nieve al amanecer,
hace muchos años, cuando era niño.,
y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.
Es un deseo en calma, como la tarde.
Es estar como están todas las cosas.
Tener mi sitio como todo lo que está en la casa.
Perdurar el tiempo que sea, como las cosas.
No ser más ni mejor que ellas.
Sólo ser, en medio de la mi vida,
parte del silencio de todas las cosas.




A ella…

(In memoriam a Carlos Montemayor)


Soy muy joven para entenderlo.

Pero demasiado viejo, para pasarlo de largo,

Tú te encuentras lejos de mí,

Por ahora, aunque seguramente acechándome,

Buscándome un descuido,

Cruzar mal la calle, por ejemplo,

O incitándome a terminarme aquel cigarro.


Yo aun no te conozco, pero tampoco estoy;

Apresurado por hacerlo…

Eh sentido tu aliento, sobre mi familia.

Incluso algunas noches secas,

Has estado murmurándome al oído.


Que dulce es cuando te alejas,

Que dulce es cuando te vas…

Dejando solo esperanza.


Pero cuando te llevas a un ser querido.

O peor, cuando se va contigo,

Una persona que lucha, por los menos.

Por los que nadie escucha…

Triste…

Triste…