Copyright © El Laberinto
Design by Dzignine
lunes, 25 de junio de 2012

Bueno




Sería muy bueno;
Levantarse con el pie izquierdo y sentirse bien,
Que nada fuera urgente, si despertador,
Vivir soñando, morir despierto,
Que París estuviera, al abrir ventanas.

Sería muy bueno;
Que fuera un buen día, que en el metro me tocara lugar,
Ser feliz, que todo fuera incorrecto,
Pasar sin prisa, besar sin miedo,
Ir por la vida, sin contratos.

Sería muy bueno;
Ganar mejor, que el poder no fuera mejor,
Que el dinero, fuera papel de baño,
Que dios nos tratara mejor, no mas muertes por el,
Sentirse como en casa en todas partes.

Sería muy bueno;
Llamar las cosas por su nombre, sin penas,
Que el sexo fuera normal,
Que el amor, fuera sin espinas,
que los de abajo, no fuesen siempre los mismos.

Pero sería mejor;
Que mi vida te mintiera,
Que tu vida me engañara,
Que fuéramos como siempre nos imaginamos.



lunes, 18 de junio de 2012

"Arrancarte el corazón, y comérmelo luego a besos”


Hace poco, pues hace como unos minutos publique una entrada sobre el son jarocho y en especias, sobre “La Hazanga” y ella tiene una frase que dice más o menos así, “Cuando estoy en mis excesos, contigo en grande emoción, quisiera con embelesos, arrancarte el corazón, arrancarte el corazón, y comérmelo luego a besos” y es por eso que así de repente se me ocurrió algo digamos una leyenda huasteca apenas ocurrida.

Dicen por ai’ que una hermosa mujer que vivía en la costa casi, casi junto al mar, que tenía un padre que era pescador, así que normalmente en su casa se comía pescado o aluna otro fruto que daba el mar, pero esta belleza de mujer llamada María, cada vez que iba al mercado, todos los que atendían los puestos, los que paseaban por el centro, la miraban ahí con su vestido igual de hermoso que ella, así muy colorido, bordado por ella misma.

A María se le veía muy feliz con una felicidad que hasta daba envidia, todo parecía que lo hacía con gusto, cuando compraba los ingredientes, para lo que se cocinara en casa… nombre, hasta parecía que estaba mirando una bella pintura; porque agarraba los tomates, los contemplaba así como una madre ve a su hijo, para ella todo era felicidad.
Pero María no solo era felicidad, también era culta la muchacha, sabia de todo, cuando llegaban los barcos de Europa, a ella le gustaba saber y pues ai´ con los marineros se enteraba, y pues a los marinero que les iba a costar trabajo platicar con la María, si pues estaba bien chula.

Y hasta se daba su tiempito, después de cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa de su papá y sus hermanos, ayudar en la caridad de la iglesia.

Le daba su tiempo de ir a leerse unos libros, pues si, María era una mujer como los cuentos dicen, una mujer perfecta. Pero como con la hermosura que se cargaba y luego con lo culta que era, pues los hombres ni siquiera se atrevían a hablarle, pero como dicen “siempre hay un roto para un descocido” bueno en este caso sería todo lo contrario.

Un día llego al pueblo un hombre de la ciudad y pues también tenía lo suyo así guapo, y también educado, y cuando vio a María, no pues como todos los hombres del pueblo, se quedo impactado y María también lo vio y al solo verse pues quedaron requeté enamorados, se casaron como a la semana, no pues fue mucho el amor, pero de esos amores que dan envidia…
Pero el amor fue creciendo, y creciendo que hasta todo los días se iban de la mano hacia el mar y se quedaban ahí mucho rato, se abrazaban se besaban, se veían muy enamorados y todos los días, salían ya hasta cuando preguntaban por María, todos decían “ai’ en la playa”.

Y el amor siguió creciendo, tanto que un día, el tomo un cuchillo se acerco a ella y le empezó a cortar ahí en donde va el corazón, pero María ni hizo cara de dolor es mas hasta tenía una cara de alegría y en el momento en que los labios de el tocaron su corazón, ella sonrió y el beso su corazón un buen tiempo.

Al otro día, encentran ahí a María y a él en la cama, ya los muy exagerados dicen que la sangre de María formo un corazón en el piso, el padre ni siquiera les quiso dar la bendición, dijo que aquello era una brujería y así los aventaron al mar, pues como iba a ser que los enterraran en la iglesia.

Pero dicen que en las noches, cuando hay luna llena se pueden ver a unos enamorados caminando hacia la playa agarrándose de la mano, y la leyenda cuenta que si los ves estas condenado a amar hasta la mismita muerte.  

A ritmo de Son Jarocho.



Dicen por ahí, que en los años de la colonia, de lo que ahora es México, y más especifico en, el hermoso estado de Veracruz, existían por ahí unos músicos, que seguramente tomando pulque y hablando sobre amores y desamores, interpretaban canciones, con instrumentos españoles, pero eso si, con un ritmo mulato y dicen, que las letras son con raíces un poco indias…

Así que, que el son jarocho debe ser por mucho de los estilos musicales más mestizos…

Pero bueno, esta introducción se debe a la publicación de un son llamado “La Huaznga” y que Café Tacuba, sabe mesclar muy bien con otra muy buena canción que se llama “Las flores” Entonces las dejo la letra para que la canten…

Cuando estoy en mis excesos, contigo en grande emoción,
Quisiera con embelesos, arrancarte el corazón,
Arrancarte el corazón, y comérmelo luego a besos,
Yo te juro y te prometo, cómo siempre te he querido,
Que si tu amor es completo, cúmpleme lo prometido,
Yo no quiero que otro prieto, quiera lo que yo he querido,
Mariquita quita, quita, quítame dolor y pena,
Debajo de tu reboso, se pasa una noche buena,
Buena es la buena memoria, memoria del que se acuerda,
Se acuerdan de San Francisco, San Francisco no es Esteban,
Esteban no es ningún santo, santo es aquel que le reza,
Rezan los padres maitines, los maitines no son completos,
Completas serán las mañanas, las mañas de un hechicero,
Hechicero es el que urde, urde la mujer su tela,
Tela la del buen cedazo, cedazo de harina y cuerda,
Cuerda la de los cochinos, los cochinos comen hierba,
De la hierba nace el trigo, el trigo es el que se siembra,
Se siembra porque es costumbre, dijo un viejito al pasar,
Y lo echaron a la lumbre, porque no supo trovar.
Y lo echaron a la lumbre, porque no supo trovar.