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lunes, 26 de septiembre de 2011

Laura y el caracol.

Pues espero hacer un cuento para niños, mejor dicho para niñas, porque esto pues tiene una dedicación especial, para mis sobrinas; Esto, aunque pareciera fácil, pues no lo es.

Pues un adulto, se puede tener de cierta forma, medido, tener lo que se va decir, incluso hasta decir mentiras, esto, pues hace fácil un cuento para adultos; pero en un cuento para niños, se debe hablar con menos vocabulario, ya que un niño de digamos seis o siete años, no tiene el vocabulario tan variado; pero esto no debe hacer al cuento menos apasionante.

Entonces, vallamos con el cuento.


Laura y el caracol.

Laura, era una niña muy inquieta, pero como todo niño de su edad, quería explorar el mundo, le interesaban los insectos, los peces, las tortugas, los perros; toda forma de vida, distinta de las personas. Cada que tenía la oportunidad de ir al parque o ir a la tienda de mascotas, iba.

Esto, claro, dependía mucho del humor de sus padres. De sus problemas o simplemente de si querían o no querían, aun así, ella disfrutaba cada segundo en el parque, veía a las mariposas, caracoles, hormigas, gusanos: los veía e imaginaba, como sería su vida, siendo una hermosa mariposa, un lento caracol o una trabajadora hormiga, sin duda, disfrutaría mucho siendo un caracol. No sería tan rápido como una hormiga o disfrutaría de vuelos en el parque, pero tendría admiradores. Como ella.

Así, que todos los días que podía ir al parque se sentaba en el pasto y veía pasar a los caracoles. A veces trataba de tomarlos, pero su mamá le decía que eso no se hacía, Laura, no entendía muy bien porque, Laura más bien pensaba que era el solo no dejarla hacer cosas.

Pero un día, sin que su mamá, se diera cuenta, llevo una caja de zapatos escondida en su mochila y en lo que ella platicaba con una amiga. Laura, tomo el caracol y lo metió en la caja. Así lo escondió donde dormía, y cuando podía lo veía y lo saludaba, poco a poco le llevo pasto para formar una casa bonita para su caracol. Lo que Laura, no sabía es que, su caracol no era feliz y su tristeza, formaba un tipo de magia que Laura no conocía.

A la mañana siguiente Laura amaneció en una caja con pasto, ella no entendía lo que pasaba, pero no era feliz. Eso no le gustaba, pensó en el caracol, pensó como se sentiría de extrañar su pasto, ver a las mariposas pasar arriba de, el. Así que entendió que no era bueno.

En ese momento. Se vio crecer tanto que rompió su caja de zapatos y en sus manos ahora tenía un caracol, fue corriendo y lo dejo encima de una roca. El caracol se fue pero Laura ahora sabe que ahora el caracol es feliz.

Aun sigue pasando al parque y saluda a los caracoles, las mariposas y las hormigas.

1 Los que Comentan:

encontrado says:
at: miércoles, septiembre 28, 2011 dijo...

Inteligentísima que resulto esa Laurita; el cuento me deja percibir cierto sazón de Gregorio Samsa y de la aclamada Alice y su Wonderland.

Además el caracol es símbolo de dos movimientos harto interesantes:
Slow food (lo contrario a comida rápida) y también de las organizaciones Pro Decrecimiento.

Saludos