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miércoles, 28 de abril de 2010

LOS GENTILES (parte 2)

Llegue a casa, muy feliz, mi sonrisa lo demostraba. Entre a la sala para saludar a mis padres, pero solo estaba “el señor Daniel”, con un compañero de trabajo, no pude evitar escuchar lo que hablaban.

Hablaban sobre una descarga de aguas negras, que contaminaría, un rio, cercano al D.F. observe a mi papá con cierto desagrado, el me miro, como si nada; cuando se fue su amigo, trate de hablar con el.

- ¿En verdad es necesario?

- ¿Necesario, que?

- Contaminar el agua.

- Pues… depende de como lo veas.

- Pues, ciertamente lo veo muy mal, siento un poco de pena por ti.

- Jajaja-jajaja, Pena ¿de tu padre?

- Si, aunque suene un poco raro, tú que te nombras “el que revolucionaria este pinche país”, no eres más que un pinche corrupto más.

- ¡Cállate pendejo! (me grita, mientras suelta una cachetada)

Subí a mi cuarto muy enojado, me acosté en mi cama, mirando el techo azul, pensando en como le podría deshacer, su “proyectito” al cabrón de mi padre; necesitaba mas información de su “negocito” así que la busque en su oficina, la estuve buscando toda la noche, en papeles, en su computadora, hasta que encontré un sobre, era peor de lo que pensaba, sobre todo por que el rio estaba cerca de una comunidad y muy seguramente era su única forma de abastecimiento de agua.

Regrese a mi cuarto, para así dormir un rato, no lo logre, tenia muchas cosas en la cabeza, el problema con mi papá, el beso con Laura, incluso, ya no tenia tanto en mente, el cuento, ya no me importaba tanto la critica de aquel carbón. Cuando me di cuenta ya eran las ocho, otra vez tarde para la escuela, así que me metí a bañar con el agua un poco fría, bajo a desayunar, papá me saluda como si nada, lo ignoro y a mi mamá la saludo, mientras me despido.

Estaba camino a la escuela, pero tenia que hacer algo, no se por que sentía la enorme necesidad, de visitar aquella comunidad que intoxicaría mi padre, así que según el mapa, llegue a aquella comunidad, platique con un señor llamado Alberto, le dije que venia de un periódico, para investigar sobre si era verdad, lo que harían con el rio, aquel señor, solo dijo que días atrás, habían ido a hacer unas mediciones en la zona e incluso, ellos habían ayudado.

En ese momento, sentí una gran impotencia, la necesidad de hacer algo. Tome una decisión, iría a algún periódico y daría la noticia de lo que quería hacer mi padre, en ese momento me sentía de alguna forma Edipo.

Llegue a las oficinas de la Jornada, el periódico que lee mi papá, siento que así le dolería mas una vez en la recepción, le comento a la señorita, lo que tengo, sin tomar mucha importancia, me manda a un cubículo, ahí están dos señores, a los que les comento, lo que pasa, me preguntan que si tengo pruebas, les doy el sobre, mientras lo abren me interrogan.

- ¿Donde lo conseguiste?

- Se lo robe a mi papá.

- ¡Ah! Pinche chamaco cabrón ¿si sabes que podrías hundir a tu papá?

- Claro que si, pero mi padre no es mas que un corrupto, se lo tiene bien merecido.

- Pues esta peligroso publicarlo, pero de eso se trata el periodismo, pasado mañana, checa el periódico. ¿te quieres quedar las originales?

- Pues… si.

- Sale, dile a mi secretaria, que te saque unas copias, y le dejas tu nombre y tu teléfono, solo por seguridad.

Salí con la secretaria, me pidió mi nombre y mi teléfono, también le entregue los documentos y me hizo firmar un documento donde les daba el poder, de hacer lo que quisieran con los ellos.

Llegue a mi casa, un poco sorprendido, de lo que había hecho, pero ya no había vuelta atrás, me acosté y vi aquel techo azul, mientras escuchaba que alguien se acercaba a mi cuarto, mi padre, no escuche ni una sola palabra de lo que dijo, yo seguía viendo el techo azul mientras este se iba deformando, pasaba a verde, rojo, blanco, morado, negro, caía lentamente. Desperté unas horas después, con un poco de dolor de cabeza, en mi buro había una nota de mi padre, “si no veo cuando llegue el sobre en mi oficina, mejor no vuelvas”. Pensé en dejárselo, al fin y al cabo ya mañana estaría “hundido”.

“Jajaja-jajaja”, es lo único que dice Katia cuando le cuento lo que hice. Le digo que no iré a la escuela, por que iré de nuevo, al pueblo, para tratar de reparar, de algún modo las atrocidades, que hará el cabrón de mi padre. Llego a esta comunidad, empiezo a hablar con Alberto, que me dice, que, la ausencia de agua, a veces es mucha, para el ganado, las cosechas se pierden, no hay para tomar, ni para uso personal.

- Pues fíjese que los gentiles sabían mucha cosas. Ahí tiene, por ejemplo, sus casas en lo más alto de las montañas. ¿como harían para tener agua?

- No lo se (confieso).

- Pues, la sembraban. Allá arriba, antes, había un manantial que nunca se secaba. Allí se procuraba el agua de los animales, hasta que un día, el agua se acabo, se quiso sacar la tierra, para ver si mas abajo todavía estaba el agua, pero no, nos encontramos con una tubería, la quisimos picar para ver si traía agua. Pero traía agua negra, así que tuvimos que bajarnos de la montaña, para así tener agua del rio, el rio es lo único que nos queda. Y ahora con lo que dices que harán pues ¿A dónde iremos?

- (muevo la cabeza negativamente, sin respuesta)

Los habitantes de aquella comunidad, me recibieron muy bien, lo que estaba pasando era muy grave, quizás, lo peor que había sentido en mi vida, impotencia, llame al tipo del periódico, me dijo que ya estaba preparado el reportaje, solo faltaban fotos que ya debería de estar por ahí el reportero y el fotógrafo, así era llegaron cinco minutos después, tomaron fotos, entrevistaron a la gente. Solo estuvieron como dos horas. Yo me fui entre recomendaciones de Alberto. Estuve mirando el zaguán rojo unos momentos, quizá un poco nervioso por culpa de mi padre, por fin apague el auto, cuando entre a la sala, ahí estaba mi papá, con mi madre, mi mamá estaba llorando.

- ¡Los papeles cabrón! (exigió mi padre)

- ¡¿Para que los quieres, quieres matar a más personas?! ¿No estas a gusto con el daño que nos has hecho?

- (Soltándome una cachetada me dijo) ¡Mañana los quiero ver en el desayuno!

Abrace a mi mamá, le dije que había sido un día muy cansado, que fuera a dormir, que yo también lo haría, ella igual me pidió los papeles, se los negué y le pedí perdón por lo que haría. Subí a mi cuarto, mientras me despedía con un beso de mi madre. No pude dormir, me quede toda la noche observando el azul del techo, a media noche se me ocurrió llamarle a Laura. Su celular estaba apagado, y no era bueno hablarle a su casa, “Pum, pum, Bang, bang” ladra el estéreo.

A las cinco de la mañana me meto a bañar y me voy, busco un puesto de periódicos lo encuentro…

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