Mi primer amor

Lo siguiente que escribiré, tal vez me arrepienta de hacerlo, tal vez no, trato a veces, claro, de no arrepentirme de lo que hago por que al fin y al cabo no sirve de nada arrepentirse, no sirve de nada darse golpes en el pecho mientras se ve a un crucificado, prefiero, mejor, ver hacia atrás, y tratar de corregirlo, por que tienes que formar un buen presente, si es que quieres un buen futuro, por que como decía Woody Allen “al fin y al cabo es el sitio donde pienso pasar el resto de mi vida” .

Esto que les presento es de una serie de “primeras veces” aquí tratare de plantar, mis primeras veces, por que me parecen interesante, ya que no siempre son como se supone que sean no siempre son dulces, no siempre son tristes, no siempre son “como deberían de ser”. También esto que escribo, tal vez no sean tal cual pasaron, por que tal vez no me acuerde, o mas bien quisiera decorarlas, también algunas veces agregare cosas desagradables, o agradables, para que sean mas de su agrado.

Así que empezare con esto que lleva por titulo, “Mi primer amor”, que mejor forma de empezar, que con tu primer amor, ya que el amor, pues es la forma natural de una persona feliz, así que empezare con el primer fascículo de esta serie.

Yo estaba en la etapa mas feliz de lo que hasta entonces era un niño, vivía como todo niño, jugaba a las “escondidillas”, “stop”, “avioncito”, “futbol”, cosas de niños, como todos los niños a esa edad, no jugaba con las niñas, ni siquiera platicaba con ellas, lo que hablaba con mis amigos, aunque ahora que lo pienso a que niña le hubiera gustado oír de, futbol, de resorteras, o simplemente del juego sangriento de temporada.

Un día simplemente, voltee a ver otra cosa aparte de mi mundo de niños, voltee a ver a una niña, su nombre… Mariana… no la puedo recordar muy bien, tal vez por tantas veces que trate de suprimir, su imagen. Lo que si puedo recordar, y mucho, fue esa sensación de mariposas en el estomago, aquella sensación de que te falta algo, aun recuerdo como en mi cuarto esa noche imploté y explote a la vez, ahora es fácil de describir esa sensación con una palabra, pero en ese momento, no existía en mi vocabulario esa palabra.

Durante muchas semanas, oculte mis deseos, de hablarle, de tocarla, de reírme con ella, evitaba verla cuando pasaba a mi lado, y por la tarde en casa no podía sacarla de mis pensamientos, hacia la tarea pensando en ella, esperando que fueran las 9 de la noche, para dormirme, y así al otro día verla, ver a mi preciosa Mariana.

Así pasaron días, noches, semanas, y meses, siempre con lo mismo tratando de ocultar esos impulsos, que cada día se hacían mas grandes, y lo único que se me ocurría, era tratarla como niño, para que notara de mi presencia, de algún modo, la empujaba, la jalaba del cabello, cosas que sin saber la alejaban cada vez mas de mi.

Un día, aconsejado, por los consejos de mi hermana mayor que yo, claro, me acerque a ella, mi aliento se extinguió por un momento, mi voz se tenso, mi cuerpo se hundió en un gran vacío, los borrachos en las cantinas brindaron en mi salud, y le di la declaración mas corta y a la vez mas extensa de mi vida, ni siquiera pensé lo que dije, solo salio de mi boca, solo dije, “te quiero, ¿quieres ser mi novia?”. Ese momento de espera fue el mas largo de mi vida, aun lo espero…

Te espero.

Quiero creer

Que te espero,

Que no me muevo,

Que me quedo,

Que no me voy,

Que seguiré aquí,

Hasta que tú me digas

O yo cambie de opinión,

Pero por ahora,

Aquí estaré,

Y no me refiero

Al lugar,

Si no al momento.